Nadie es capaz de resistirse a la chulería innata del agente Mulleras, ni a sus kilos de músculos perfectamente trabajados y cubiertos de tatuajes. Sospechosos, confidentes, testigos y hasta sus propios compañeros serán las víctimas sexuales de este atípico agente de policía incapaz de mantener su bragueta cerrada. Y es que no debe ser fácil mantener guardados los más de veinte centímetros que arrastra entre las piernas.
Fuente: casadellibro.com
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